James Cox, fabricante inglés, es uno de los más prestigiosos relojeros ingleses de la época. La calidad que imprimía James Cox a sus trabajos estaba muy por encima de los estándares de su tiempo. Trabajó principalmente para el mercado chino e indio, haciendo complicados relojes y autómatas como el del emperador Quianlong. Su calidad no solo se reduce a las elaboradísimas cajas de oro con esmalte y cristal de roca, también destaca por sus mecanismos.
En esta época sus volantes eran de oro y no de acero, algo inusual por entonces; en escapes de paletas del XVIII no es nada corriente. La galluza (puente superior del volante calado y grabado), tiene una gran calidad y acabado; posiblemente sea de la mejor galluza que haya visto nunca. La finura, delicadeza y tamaño de sus engranajes tampoco estaba al alcance de muchos constructores de relojes de la época, fabricando relojes miniatura de 1,5 cm de diámetro, como el que se describe en este post.
El reloj me fue entregado para reparar en unas condiciones realmente malas, con el puente de abajo del escape y el volante roto, un eje de volante inservible, la rueda de escape con dientes rotos y torcidos, la platina superior suelta, piezas adaptadas y los tornillos totalmente pasados de rosca. Dado el estado del reloj, esta reconstrucción de reloj de bolsillo antiguo ha sido una de las más complicadas, aunque también una de las más ilusionantes que he llevado acabo en mi trayectoria.
Lo primero que hice al abordar este proyecto fue solucionar la sujeción de la platina superior: la platina está sujeta por tres pasadores que atraviesan los pilares y en uno de ellos estaba rota la cabeza donde tiene el agujero pasante. La platina superior estaba cortada y sujeta solo por dos sitios y cuando se daba tensión al muelle, la platina se levantaba y hacía que se desengranasen la rueda angular y la de escape, dando fallos y escapadas, que produjeron problemas en la rueda de escape. Estos pilares son muy importantes en un reloj, sus formas sirven para datar la fecha de construcción.
Para solucionar este problema, sin soldar y evitar el cambio de color y pérdida del dorado al mercurio, taladré el pilar e hice una rosca de 0,70mm, y, avellané la platina superior para meter un tornillo de cabeza plana, consiguiendo una perfecta fijación de la platina, sin soldar e intentando conservar lo máximo posible el original.
Después reparé el puente del volante y el escape roto, que había sido soldado varias veces, para intentar conseguir la posición correcta, y se había recomido el latón de las soldaduras, y, además, los pasadores de fijación habían sido cortados. Al posicionar la parte rota, era evidente la ausencia de material no quedando plano y en posición. Soldar y dar más calor y estaño es inviable al no poderse situar en posición. La solución fue utilizar una resina de epoxi de secado lento que me permitió situar la parte rota en posición, y así, posicionar en su sitio los nuevos pasadores de fijación del puente, ahora sujeto con pasadores y tornillo. Esta soldadura fría es invisible y solo se aprecia una raja, respetando el puente original. También cambié el centro de la rueda de escape, que estaba muy rasgado y en muy mal estado.
El siguiente paso fue reparar la rueda angular, debido a su tamaño los dientes son muy finos y delicados, varios dientes estaban torcidos y la rueda no estaba plana, por lo que enderecé los dientes y puse la rueda plana. La rueda de escape tiene un tamaño minúsculo y sus dientes estaban muy deteriorados y deformes. Rectifiqué, en el torno, entre puntos la cúspide de los dientes para dejarlos iguales y, después, afilé con una piedra de óxido de aluminio y rubí sintético, que pule al comer. La piedra de óxido de aluminio y rubí, fue hecha a medida con una piedra de diamante, lo que me permitió rectificar diente por diente la rueda de escape de tamaño minúsculo.
El siguiente paso, uno de los más complicados, fue ajustar un eje de volante de paletas a este escape, a esta altura y al volante de oro original. Fue un trabajo largo y delicado conseguir un escape uniforme. En primer lugar, se sustituyó el muelle real por uno más flojo de 0,10mm de grosor, el que le habían acoplado era excesivamente fuerte y posiblemente fue la causa de la rotura de la cadena. Luego, se reparó la cadena de la fusada, se hicieron todos los tornillos y se azularon, y se hicieron las roscas nuevas.
Las agujas de este reloj son de oro y en forma de flecha, solo tenía la aguja de las horas, por lo que realicé una aguja de minutos en oro de la misma forma, con ajuste de cuadrado para la puesta en hora.
Aunque este es un reloj muy primitivo, es un reloj que tiene mucha calidad, nada habitual es relojes de paletas de esta época. Unido a su pequeño tamaño y delicadeza, hacen que sea un reloj muy especial y codiciado, de alto valor económico e interés para los coleccionistas de alta gama.
El conseguir que vuelvan a funcionar estos mecanismos tan antiguos, y tan deteriorados, es mi pasión y estímulo. No puedo compararlo con ningún otro tipo de reparación por la satisfacción que me produce. Sí nos ponemos a pensar que este reloj está hecho en una época en la que no había luz eléctrica, ordenadores, etc., y vemos lo que era capaz de hacer un hombre, con sus manos, unas cuantas herramientas básicas, matemáticas y mucho tiempo, no puedo menos que descubrirme y valorar el trabajo que hacían estos maestros.